Charlatanes caritativos, mujeriegos torpes, damas enigmáticas y un paladín que luchaba contra monstruos fueron algunos de los personajes icónicos que cautivaron la imaginación del público mexicano durante la época del cine de oro mexicano, en el siglo XX.
Fue una era prolífica en todos los géneros, repleta de estrellas con contratos exclusivos, equiparable al sistema de Hollywood en términos de calidad y variedad de producción. Actualmente, la industria cinematográfica mexicana lucha por destacar entre las superproducciones estadounidenses que acaparan la atención del público.
Desde mediados de la década de 1930 hasta finales de la de 1950, el cine mexicano floreció, en parte, gracias a la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Con los recursos destinados a la guerra, las productoras mexicanas encontraron la oportunidad de crear películas para su país y otros territorios de habla hispana.
El legado del cine popular mexicano
La retrospectiva Espectáculo todos los días: cine popular mexicano inició en la Sociedad Fílmica del Lincoln Center. Estas películas, concebidas como entretenimiento para las masas, presentaban héroes y heroínas inverosímiles con una sólida brújula moral y un orgullo inquebrantable, a pesar de sus peculiaridades.
Estos personajes, a pesar de sus defectos humanos, siempre terminaban haciendo lo correcto, lo que los convertía en referentes de integridad y valentía. Muchas de estas películas se mantuvieron en la memoria colectiva mexicana durante décadas, influyendo en la cultura popular y siendo retransmitidas continuamente en televisión abierta.
Para muchas generaciones, estas películas han sido un vínculo con el pasado, recordando una época dorada de la cinematografía mexicana. Incluso en la Ciudad de México de los años 90, las historias y personajes de estas producciones seguían fascinando a las audiencias, transmitiendo valores universales y dejando una huella imborrable en la historia del cine.
