El lunes en Caracas, la capital de Venezuela, estallaron protestas protagonizadas por cientos de jóvenes indignados por los resultados de unas cuestionadas elecciones presidenciales. Nicolás Maduro, presidente en funciones, se autoproclamó ganador a pesar de acusaciones de fraude y sin hacer público el recuento total de votos.
Estados Unidos y diversas naciones criticaron los resultados oficiales, que no coincidían con proyecciones estadísticas basadas en recuentos parciales, los cuales indicaban una amplia ventaja para el oponente de Maduro.
El gobierno venezolano expulsó las misiones diplomáticas de siete países latinoamericanos que condenaron los resultados electorales. La líder opositora María Corina Machado informó que su movimiento tenía actas del 73% de las mesas electorales, refutando las afirmaciones oficiales y mostrando una diferencia de 3,5 millones de votos a favor del oponente de Maduro.
Edmundo González, el rival de Maduro, describió el margen como “matemáticamente irreversible”. La falta de transparencia al no publicar detalladamente los resultados electorales generó la sensación de un posible fraude entre los venezolanos y observadores internacionales.